Amar en sueños

Aquel beso le pareció muy largo; Incluso dudó que no fuera eterno.
Solo existían aquellas sensaciones de placer, curiosidad y la ausencia del mundo exterior.
Tenía los ojos cerrados y el calor del otro cuerpo era lo único que percibía su piel.
El despertador sonó atronador y aquella experiencia desapareció, substituida por la soledad de las sabanas.
El miedo y la rabia se apoderaron de ella. La válvula de escape para Elsa, fue golpear con los puños su almohada hasta agotarse.
Llevaba dos meses soñando lo mismo: Besándose apasionadamente con alguien, pero sin llegar a saber donde se encuentra, y lo más importante: ¿Con quién?

Una vez bajó al comedor, Elsa se enfrentó a la imagen de cada mañana. Su padre desayunando de pie mientras habla por el móvil, lee unos informes y esquiva el plato del gato, todo a la vez.
Su madre esta navegando por Internet, mientras sorbe su tercera taza de café.

-Buenos días.

-Hola cariño. Tu desayuno esta en la nevera: pastel de tofú con caramelo de algas y leche de soja.

-Mamá te lo agradezco, pero he quedado con Ángela para ir a una reunión de trabajo. Y ya es tarde.

-Muy bien cariño, pero te recuerdo que esta noche hay la Fiesta de Primavera de la empresa de tu padre.

Lo había olvidado. Les había prometido asistir para leer un discurso de presentación del nuevo proyecto de su padre.

-No te preocupes mamá. Allí estaré.

En la cafetería de la oficina esta casi desierta. Todos los administrativos ya están en sus cubículos trabajando. Ángela y Elsa están en una mesa al lado del ventanal que muestra el jardín zen que se halla en el patio central del bloque de oficinas.
En su mesa queda poco espacio libre para que el camarero, Rafael, pueda dejar las tazas de café.
Ambas están enfrascadas en una discusión sobre como plantear el proyecto a su jefa, Lexia.

-Yo creo que es mejor la estrategia de hacerla creer que es su idea.

-Eso no me gusta, Angie. Si sale mal no dará un rapapolvo y creerá que somos idiotas.

-Esto... chicas. Disculpad, el café solo para quién de las dos era?

-Para mí. Oye Elsa. Si esto no te gusta probamos con amenazarla con una pala y ya veremos.

-Muy graciosa, pero ahora no estoy para bromas. Tengo que presentar nuestro proyecto y luego cuando pueda hacer un discurso para papá.

-Oh! Dios! Es esta noche. Elsa! Es genial tu padre va a presentar su invento en público!

-Si. Pero en realidad seré yo quién lo “presente” esta noche. Aunque no se como hacerlo, porque papá no me ha dicho nada del asunto. Solo que será una revolución para la humanidad.

-Y, ¿Cómo pretende que presentes algo que no conoces?

-Bueno, me ha dicho que al salir del trabajo estará esperándome en recepción para llevarme a casa. Durante el trayecto me contará todo.

-No estas muy alegre.

-Angie, sabes que este es el tercer invento que presenta mi padre a sus colegas. Y puede que sea la tercera vez que se rían de él y lo desacredite un poco más.

-Pero si tu padre todo eso le da igual. Fue uno de los mejores de su promoción y casi una eminencia de la ingeniería. Pero cuando murió tu hermano dejó de serlo. Ahora parece que lo intenta. Al menos que tenga tu apoyo.

-Por que crees que me he ofrecido a ser yo quién haga la presentación? Mi padre necesita tener éxito en esa fiesta. Y yo no estoy por la labor. Vamos que tengo un “curro” de narices.

Al levantarse Elsa se da un encontronazo con Rafael, provocando una lluvia de tazas, papeles y piernas en medio de la cafetería.

-Ouch! Estas bien?

Rafael se levanta frotándose el cuello, a la vez que recoge algunos de los papeles.

-Si. Perdona no te he visto.

-Tranquila es lo normal. A un camarero no se le debe ver hasta que lo necesitas.

-Pues en tu caso eres un genio de la restauración, por que ni siquiera has notado como se movían las sillas.

-Eh! Ángela no te pases. Perdónala esta nerviosa por que hoy tenemos que enfrentarnos a Lexia.

-La “Devora Becarios”? Fiuuu! Pues haberme pedido tilas y una ambulancia a la salida. Os deseo mucha suerte.

La sala de juntas era la típica habitación acristalada con una mesa central enorme para toda la junta. Pero solo había cuatro personas: Elsa, Ángela, Lexia y su secretario Argor.
Lexia era una escultural mujer de cuarenta y pocos, alta y con aspecto felino. Todo ello coronado por una melena rubia que le llegaba hasta media espalda. Todo lo contrario de Argor: bajo, corpulento y calvo.

-Y bien señoritas? Que hay del proyecto?

-Hemos llegado a la conclusión de...

-Tsk, tsk. La conclusión es que si no lo hacéis bien dentro de una hora estaréis en Parosa y jamás podréis pisar una empresa de diseño. Ni para fregar los suelos. Y ahora: Dime lo que tenéis.

Después de cuarenta y cinco minutos Elsa apaga su proyector.
Lexia no muestra ninguna emoción. Argor había estado hasta aquel momento jugando con su PDA.
Silencio.

-Vaya, vaya. Eres digna hija de tu padre, Elsa. Interesante. Por hoy continuáis con empleo. La semana que viene quiero resultados. Vamos, Argor!

Para celebrar aquella “victoria” las dos chicas fueron a la cafetería de nuevo. En la mesa de antes estaba sentado el padre de Elsa. Continuaba hablando con el teléfono y mientras leía uno dossier gigantesco.

-Hola papá. Has llegado temprano.

-Si cariño... veras. Disculpa un segundo: naru hodo, koban Yamakasi-San esta noche a las diez. dōmo arigatō gozaimasu.

-Carai! no sabia que tu padre hablará japonés!!!

-Solo a un nivel básico, Angélica. Lo suficiente como para rogarle al Profesor Yamakasi que venga a la presentación.

-Pero papá eso es maravilloso. ¡Has logrado que el gurú de la ingeniería este interesado otra vez en un proyecto tuyo! Enhorabuena!

-Bueno eso depende de ti, cariño. Nos disculpas Angélica, tenemos mucho tiempo y pocas cosas que hacer... esto.

-Si, si le entiendo no se apure. Ya nos veremos mañana Elsa. Me vas a contar todos los detalles y si había tíos buenos, vale?

Durante su viaje de vuelta a casa su padre no había hablado nada sobre el proyecto.

-Papá. No crees que deberías confiar un poco más en tu hija y decirme de una vez a que debo atenerme esta noche?

-Cierto.Creo poder resucitar a Eric, tu hermano.

Fin de la primera Parte