La JukeBox del Pub

domingo, 20 de abril de 2008

Un mal día

Evaristo lleva dos minutos escuchando la música de su radio-despertador sin apenas moverse. Pero al abrir su ojo izquierdo, descubre horrorizado que el diabólico artefacto muestra las 07:20h.
Ahora, son los dos ojos los que se abren como platos.
-¡Maldita sea!-Grita de rabia, mientras tropieza con las zapatos que dejó tirados anoche, y cayendo de bruces sobre su ropa sucia. Su madre no le ha despertado; ese si era un mal inicio del día.
El aseo matutino se limita a un “checo”*, apurando cada segundo, y un mal afeitado express con la maquinilla eléctrica, porque con tiempo, le es más práctico la cuchilla y espuma, dejándole un acabado esmerado.
Vestirse ha sido rápido, porque su madre siempre le deja la ropa lista por la noche, por si ocurrían imprevistos; como el de hoy. Mientras se ata los cordones de los zapatos, su madre hace acto de presencia.
-Buenos días. ¿Dónde esta el fuego?
-¿Qué?¿Mamá por que no me has avisado?
-¿Disculpa?
Su madre pone los brazos en jarras, a la defensiva.
-“Muy típico de ti mamá”- responde mentalmente Evaristo.
-¡Llego tarde! Hoy el despertador no ha funcionado y ahora mi jefe me va a matar.
Ella se acerca al microondas. Su voz sale con un tono más frío:
-Si tienes que llegar más temprano de lo habitual, tienes que cambiar el despertador. Pero yo no me voy a levantar dos horas antes de mi horario para que puedas dormir más.
-¡Ya claro! Ahora necesitas despertarte dos horas más temprano para llegar tarde tu también al trabajo.
Su madre toma una de las tazas del armario, mientras que con la cabeza señala al microondas.
-Yo todavía tengo el horario normal, si a ti te han cambiado el tuyo y no nos lo dices, nadie de esta casa te va a recordar que cambies el despertador.
-¿Qué?
La cara de la madre cambia del modo “reprimenda matutina por tu culpa” al de “este hijo mío...”
-¡Oh, Dios mío! Ja, ja, ja, ja.
Elisa sale corriendo hacía la habitación de su hijo, para salir con el despertador en las manos.
-¿Evaristo que hora crees que es?
En su tono empieza a despuntar una risa para nada contenida.
-Las 8:10 y llegaré súper tarde al “curro”.
En ese momento su madre explota en una carcajada a pleno pulmón:
-No, cariño. Son las 6:10. Te dije que el sábado se cambiaba la hora, y tu como siempre con lo despistado que eres, lo hiciste dos veces. Ja, Ja.
Su madre devuelve el despertador a su sitio riendo a mandíbula batiente. Al salir del cuarto de Evaristo, le abraza y dice:
-Puedo dormir un poquito más, o tienes tiempo para compartir un desayuno de disculpa, por la bronca que me has echado?
A pesar del madrugón, sale de casa con el tiempo justo. Al llegar a la plaza de la esquina, comprueba con rabia, que su moto ha sido saqueada; Le faltan los cuatro intermitentes y le han dejado el piloto trasero sin bombilla, pero eso si, con el plástico rojo puesto encima del asiento. Finalmente, el chico comprueba el reloj después de crear un piloto trasero de fortuna.
-”Ahora si que llegaré tarde.”-Piensa Evaristo.
El apaño es muy efectivo e ingenioso, pero aunque ha logrado hacerlo con unos cables y una bombilla de los intermitentes para suplir la sustraída por el ratero, ese mérito no le salvará del rapa polvo de su jefe. Con los nervios a flor de piel, Evaristo se lanza a través del tráfico caótico, que ya llega al cenit de la hora punta.
Al pasar cerca de una escuela, se detiene ante una cola interminable de coches detenidos que usan su claxon para protestar por su inmovilidad. Él intenta pasar por los laterales hasta que delante de su moto, se encuentra con un todo terreno enorme parado entre dos carriles y con las luces de emergencia encendidos.
Para su sorpresa, la propietaria del monstruo de metal es una mamá-pija que está conversando con otra de su especie, mientras su retoños esperan el beso de despedida en la entrada del patio con cara de fastidio.
-Disculpe, señora. Le importaría al menos, cerrar la puerta lateral, así podría llegar a mi lugar de trabajo. ¿Por que algunos trabajamos, sabe?
Antes de acabar de pronunciar el “señora”, Evaristo sabe que ha cometido un craso error. Y como respuesta a este, un enjambre de mamás-pijas se incorpora al equipo de dos que ya había desde un principio. Sus insultos e improperios son dignos de un pescadero. Como guinda final, un hombre sale del coche que se encuentra detrás del pijamóvil, para dar su opinión sobre las mujeres conductoras y su poca idea de aparcar. Ante todo este espectáculo, Evaristo intentar hacer mutis por el foro; subiendo la moto a la acera, pasa por el otro lado del coche. Es en ese momento,cuando el guardia urbano que cuida de que las crías de pijo lleguen a la adolescencia sin ningún percance le sonríe, mientras le hace el envite a detener su marcha en el arcén.
Su entrada en la oficina es triunfal con el casco en el codo, la cartera medio cayéndose del hombro y una multa en la boca. La puerta de la sala de juntas se abre, de ella sale su compañero Luis; Al verle, su cara pasa del agobio al alivio en un segundo con un gran suspiro de transición;
Pero la cara de Evaristo, aparece una mueca de terror: Hoy había reunión con los nuevos socios. Luis y él tenían que presentar el proyecto de ampliación del departamento de servicio técnico. Su parte del trabajo, estaba reflejado en un informe que Evaristo debía tener hoy en sus manos para presentar. Informe que descansa en el escritorio... de su habitación.
Dos horas después de simular que se acuerda de todos los datos, se da por finalizada la reunión.
Cuando por fin están solos, Luis le jura que lo matará mientras le apritea el hombro con su manaza:
-Tal vez no lo haré hoy o tal vez no lo haga mañana, pero será pronto y muy, muy doloroso, Evaristo. Eres un desastre. Así que esta tarde te toca a ti quedarte de “tercera”. Me lo debes por salvarte el culo ahí dentro.
El turno de atención al cliente de las cinco a ocho de la tarde se conoce desde tiempos inmemoriales cómo la “tercera” o la “imaginaria”. Es el peor turno de todos: uno se queda más tarde que los demás informáticos, estando solo ante las posibles llamadas de los clientes ávidos de la sangre de esos torturadores que habían creado programas informáticos que solo ellos podían entender.
Son las 19:45. Evaristo esta recogiendo sus cosas, alegrándose de su suerte, cuando el teléfono “rojo” empieza a sonar.
-Pc útil Pc sano, le echamos una mano. Buenas tardes. Dígame.-dijo Evaristo, acordándose de los progenitores del jefe de marketing. La voz del otro lado suena de pertenecer a una mujer joven:
-Verá la impresora no me funciona. Llevo diez intentos y esto no se mueve.
-¿Ha comprobado los cables?
-¡Claro que si! ¿Me toma por idiota?
-Disculpe, es el procedimiento. ¿Tiene los drivers de la impresora actualizados?
-Oiga, le digo que ya se como va todo esto, esta mañana funcionaba todo. Y ahora nada. Les llamo por que ustedes garantizaban su servicio post-venta hasta 24 meses después de la compra.
-Tranquila, si se conecta a internet se lo intentaré arreglar desde aquí.
-No tengo internet. Me acabo de mudar y no tengo línea de teléfono.
-“¡Oh! ¡Dios mío! Que sea una vecina del barrio.” - rogó Evaristo.
Una hora y media después, Evaristo esta en medio de un embotellamiento en la salida de la ciudad, “Es muy fácil de llegar. Además esta cerca de su sede y no tiene perdida. Cinco minutos.” Le había dicho la mujer.
A las 22:45, y después de tres llamadas de móvil y una segunda multa, Evaristo llega a la casa de la cliente, que en el último segundo también se ha equivocado de piso y puerta.
La chica se ruboriza al abrir e intenta disculparse a la vez que le invita a entrar:
-Lo siento mucho, pero soy nueva y no conozco el barrio. Cuando vine me llevó un taxi y parecía fácil llegar.
-Ya, ya. no se preocupe. ¿Donde esta la impresora?
-Por aquí, por favor.
Evaristo esta tan cansado que no le quedan fuerzas para llorar, cuando comprueba que la impresora esta desenchufada. La chica se pone roja como un tómate.
-Disculpe, esta tarde ha venido el fontanero para arreglar el baño y debe de haber usado el enchufe para sus cosas.
Cuando Evaristo se pone el casco, son más de las once y media. La moto no arranca. Para más inri, el pilotito rojo esta iluminado. No hay gasolina. En ese momento, una furia se apodera de su cuerpo y se arranca el casco para lanzarlo lejos, a la vez que un grito desgarrador sale de su garganta con rabia. Mientras busca el casco volador, una voz le reclama su atención:
-¿Un mal día?
Evaristo se enfrenta al gracioso, para encontrarse con la chica de la impresora.
-Le pido una vez más,mis disculpas. He ido a tirar la basura y me he encontrado con esto. ¿Es suyo?
En la mano de la muchacha esta su cartera y sus llaves.
En ese instante toda su entereza explota en un ataque de histeria:
-¡Genial! ¿Me puede pasar algo más? ¡Oh, si! Mi móvil no tiene batería y usted no tiene línea de teléfono. Aunque no importa, por que seguro que el taxi arde en mil colores conmigo dentro. O mejor aun, no hay dos sin tres y me pondrán a mi la multa por que el taxista esta hablando de espaldas al volante para comentarme el nuevo fichaje del equipo de fútbol de turno. ¿Un mal día? No, señorita. Esto es un día de mier... ¡Bah! Siento ser grosero. Gracias por devolverme mis cosas. Señorita...
Una vez más, el color que predomina es el rojo en la cara de la joven.
-Llámame Alex. Aunque mis amigos me llaman Lexi. Sabes, como soy un desastre en la cocina he hecho más comida de lo normal. Te invito a cenar con la propietaria de una impresora sin cables.
Evaristo sonríe. La primera vez en todo el día. Mientras recoge el casco, ella se acerca y él aprovecha para decirle en tono burlón:
-¿No te habrás equivocado con la sal y habrás puesto azúcar, eh? Ella ríe, le golpea el hombro y le invita a pasar hasta el portal.
-Espero que no, pero si te sirve de consuelo, ahora ya no es hoy. Es mañana, son las doce y cinco. Tu mal día se ha acabado.
-Pues empecémoslo con buen pie. Hola. mi nombre es Evaristo y estoy hambriento.

*Checo: Expresión procedente de un chiste que a derivado a usarse para indicar un lavado de las partes más "sucias" del cuerpo: axilas, genitales, pies.

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