La JukeBox del Pub

lunes, 5 de mayo de 2008

Servir, proteger y amar.

A Emilio le parecía imposible que ya hubieran pasado veinte años desde aquella noche; Lo recordaba todo como si hubiera ocurrido ayer mismo y así se lo contó al inspector:


"En aquel tiempo, Elvira y él, vivían en el Barrio Viejo. Muy cerca del centro de la ciudad.Su hogar era un piso muy pequeño, pero para ellos era más que suficiente.


Todas las noches, Elvira aprovechaba que Emilio fregaba los platos de la cena, para bajar la basura.Cuando se disponía a lanzar la bolsa al contenedor, un lamento salió del fondo de este.


Esto le causó tal impresión a Elvira, que dejó caer la basura al suelo.

Armándose de valor, la muchacha revolvió los desperdicios, hasta encontrar un saco de harina que se movía y gemía.Respirando hondo, Elvira lo abrió para encontrarse con un pequeño cachorro de Rottweiler en el interior.



Sin pensárselo dos veces, echó a correr hacía su casa para llamar por el interfono.Emilio creyendo que se había dejado las llaves, abrió la puerta sin hablar con ella.Ante la sorpresa de Emilio, la chica le iba contando el incidente, mientras llevaba al cachorro con un brazo y recogía su bolso con el otro.

-Pero... ¿A dónde vas?

-¡Al veterinario! Este pequeñín esta ahogándose y no tiene buena pinta.

-¡Son las doce de la noche! ¡No puedes ir sola! Al menos espera a que me ponga algo encima y te acompaño.



Nada más salir a la avenida más cercana, lograron un taxi.En poco menos de media hora, este se paraba ante la clínica veterinaria de urgencias.



-Serán 450 pesetas.



-Esto... Emilio tienes la cartera aquí?-No. Y en tu bolso?



-El bolso esta, pero el monedero esta en casa. Verá este cachorro estaba en un contenedor y...

El taxista les mira y sonríe mientras acaricia al cachorro:



-Que no se diga que todos somos unos peseteros. Esta noche invita la casa, pero les advierto que si el chucho se queda abandonado a su suerte en la clínica, a la salida les arrollo. Que tengas mucha suerte, pulguita.



-Pulguita?



-Si. Es hembra y tan pequeña como una pulga. Buenas noches.Esa “pulguita” salvó la vida.



En honor al apodo del taxista se la bautizo con el nombre de “Puça”*.



Tres años después toda la familia cambió de hogar; Pasaron de vivir en la ciudad a hacerlo en una casa unifamiliar con jardín a las afueras. Al cabo de tres meses de llegar a su nuevo hogar, nació Alicia.



Desde la llegada del bebé quedó muy claro, que “Puça” jamás le haría daño, al contrario, siempre la consideró como a su propia cría.A lo largo de los años, la Rottweiler demostró su instinto protector en más de una ocasión, incluso llegando a extremos insanos.



Cierto día, Emilio se enfadó con la pequeña Alicia, por que la niña había cruzado una calle con el semáforo en rojo.Por suerte, “Puça” la empujó y la moto les pasó rozando a ambas.



Cuando Emilio, llevado por los nervios, levantó la mano para abofetear a la niña, la perra se lazó encima de él, inmovilizándolo.El hombre jamás había visto a su mascota tan agresiva.Aunque solo le amenazaba, Emilio descubrió que si alguien intentaba hacer algo a su hija, incluido él mismo, la perra no dudaría en matar al agresor.



Por fortuna, cuando Emilio le ordeno a “Puça” que se apartará, esta actuó como si un interruptor en su cerebro se desconectará. La bestia desapareció, volviendo la “perrita” juguetona de siempre,que lamía la cara de su amo y corría tras la niña para jugar.



Eso había pasado cuando Alicia tenía seis años, y “Puça” empezaba a mostrar signos de debilidad.Dos meses después, gracias a una inyección, la querida perra se evitaba el innecesario sufrimiento de un cáncer de estomago.



A la mañana siguiente, la enterraron en el jardín junto con su collar, uno de sus juguetes favoritos y una foto de Alicia cuando era un bebé".



Apenas unas dos horas antes, la policía les había llamado para informarles que su hija adolescente, se encontraba en el hospital para ser examinada por una posible violación.Emilio y Elvira apenas tuvieron tiempo para salir por la puerta.



Al llegar a la entrada de urgencias, los dos se calmaron al encontrar a Alicia, que ahora era una muchacha guapísima de dieciséis años, con apenas unas contusiones y una ceja partida.



-Tranquilos, estoy bien. Nada que una sopa de la abuela y unos mimos no puedan arreglar.



-Cariño! Como puedes estar tan tranquila cuando te han...



-No han conseguido nada. El médico me ha recomendado que esta noche me quede ingresada en observación.Alicia se frota la sien.



-El chichón no es grande, pero he estado inconsciente unos minutos. No es nada grave, mamá. Papá, ese señor es el inspector Ramos, quiere hablar contigo. Vamos mamá!¡ Te presentaré al médico, esta buenísimo!



Elvira abraza a su hija y ríe mientras las dos desaparecen por las puertas correderas de cristal.



-Señor Estévez.- El hombre se toca la sien.- Inspector Ramos. Su chica ha tenido mucha suerte.



-¿Que ha ocurrido?



-Verá esto es... Un poco raro: Los tres agresores han aparecido muertos al lado de su hija inconsciente.



-¿Muertos? ¿Pero cómo es posible? ¿Acaso, alguien les ha atacado para defender a mi hija?



-No sabemos como ha ocurrido todo. Los tres tienen el cuello destrozado, y la única pista que tenemos es esto.


Ante la mirada atónita de Emilio, el inspector Ramos tiene una bolsa de pruebas con un collar de perro viejo y sucio.En la medalla de identificación hay un nombre grabado:





“Puça”

*Pulga en catalán .
FIN

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